EL SECRETO DE LA SONRRISA DE LA MONA LISA DESVELADO.
La atribución del nombre Gioconda «la Alegre» a la Mona Lisa, nos pone sobre la pista de Hathor, la diosa de la alegría. El nombre Gioconda, en francés Joconde, en castellano jocunda, es un derivado del latín iūcundus «agradable, placentero; alegre, festivo», influenciada por el latín iŏcus «chiste; broma; burla».
Porque para los egipcios la risa provenía de lo femenino, siendo considerada Hathor como la de la risa y el juego. A quien alude la enigmática sonrisa de la Mona Lisa, que es la misma que Hathor exhibe en varias columnas hathóricas, y en particular la del capitel hatórico del templo de Dendera, que mora como la propia Mona Lisa, en el Museo del Louvre.
Para entender más claramente el nexo entre ambas hay que meter al Tarot en la ecuación.
La familia Visconti y los Sforza fueron renombrados mecenas del Renacimiento Italiano. Y las barajas más antiguas de Tarot que nos ha legado el sino fueron las encargadas por Filippo Maria Visconti, duque de Milán, y su sucesor y yerno Francisco I Sforza, como obsequio de bodas para Bianca Maria Sforza, la hija de Filipo. Y El hijo de Francisco y Bianca sería Ludovico Sforza el mecenas de Leonardo da Vinci.
La Gioconda acompañó a Da Vinci hasta su muerte. Siendo después adquirida por el rey Francisco I de Francia, descendiente de los Visconti y marido de Claudia de Francia, hija de Ana de Bretaña. La gran mecenas del Renacimiento francés, que financió el complejo escultórico de la tumba de Francisco II de Bretaña y Margarita de Foix, sito en la catedral de San Pedro y san Pablo de Nantes, en el que destacan majestuosas las cuatro virtudes cardinales.
Esto es importante, ya que los Tarot de Visconti Sforza, que eran llamados Triunfos, representaban a las virtudes cardinales, los cuatro rumbos que son pilares de la moral humana.
Porque el tarot es el libro de Hathor, su ley. Tal como muestra el cuadrado: TARΘ, ATΘR, RΘTA, ΘRAT
Significando: Taro (El Tarot), Ator (Hathor), Rota (Rueda o círculo) y Orat (Lo que es hablado o enseñado).
Lo que se traduce por: «La rueda del Tarot habla de la ley de Hathor».
El inconsciente, que disfruta de lo alegórico, manifestándose a través de las bromas lingüísticas y los juegos de palabras, en Egipto era alegorizado por Hathor y que se transformó en la figura del Loco del Tarot y el Joker de los naipes, para reflejar lo payasos que somos por no entender su juego.
De ahí que Joker derive de joke «broma, algo realizado para provocar la risa; algo que no es real, que no debe ser tomado en serio». Cognado del latín iocus «broma, chanza; chiste; pasatiempo, diversión; juego» ascendiente del español juego y el italiano gioco «juego», lo que a su vez se enlaza con el protoitálico *joko- de *iok-o- «palabra; expresión; enunciado», todas vinculadas a la raíz indoeuropea *yek- «hablar» que nos dejó latín iŏcŭlātos «bufón, juglar, truhan» y los castellanos juguete, jocoso, joya y joyero. Estableciendo que la palabra en sí es una joya de conocimiento y un juego a desentrañar.
El Tarot es, pues, una suerte de libro de los muertos, un libro de pistas para entender el juego de la vida y pervivir tras la muerte. Lo cual únicamente es posible si pillas el chiste del joker, el que maneja los hilos tras el velo caminando cuál doppelgänger a tu lado gastándote bromas.
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