EL ESPEJO DE VENUS LA IRREDUCTIBILIDAD DE LA DIOSA / LA EVOLUCIÓN DEL SÍMBOLO DE VENUS EN LA CRISTIANDAD

 

EL ESPEJO DE VENUS 
LA IRREDUCTIBILIDAD DE LA DIOSA

CAPÍTULO I
LA EVOLUCIÓN DEL SÍMBOLO DE VENUS EN LA CRISTIANDAD

 

<<Respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. He aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de Israel: EL QUE ES me ha enviado a vosotros.>> 
Éxodo 3:14[1]

<<Tú le hablarás y le irás poniendo mis palabras en su boca.  Yo estaré en tu boca y en la suya, y os mostraré lo que debéis hacer.
Él hablará en tu lugar al pueblo, y será tu lengua.
Y tú le dirigirás en todo lo perteneciente a Dios.>>
Éxodo 4:15-16

 

<<Sólo en un ámbito, el del arte, se ha conservado la <<omnipotencia de los pensamientos […] con derecho se habla del ensalmo del arte y se compara al artista con un ensalmador. […] El arte, que por cierto no empezó como <<l´art pour l´art>>, estaba en su origen al servicio de tendencias que hoy se han extinguido en buena parte. Entre ellas, cabe conjeturar toda clase de propósitos mágicos. >>[2]

Urania es una derivación de Οὐρανία <<celeste, del cielo; que se eleva hasta el cielo>>[3], Urano, según Graves, es una masculinización de Ur-ana <<reina de las montañas, del verano, de los vientos o reina de los bueyes salvajes>>[4]. Urania sería <<La Reina del Cielo o que se eleva hasta el Cielo>> pues la palabra se deriva tal vez de auras <<montaña>> y ana <<reina>>. Pero Ura (aura) significa <<cola de león>> (consagrado a Anatha, la diosa de la Montaña, Reina del Cielo), y como el león expresa ira con la cola, la palabra puede significar <<La Reina con Cola de León>>; ciertamente, el nombre griego de la corona de áspid de Egipto que llevaban los Faraones por derecho materno era <<Uraeus>> que significa <<de Cola de León>>. También es probable que Urano, el padre de los Titanes, fuera originariamente Urana, Ura-ana, Reina Ura[5], su madre.      
Afrodita Urania es bajo este epíteto la Reina de los Cielos, la Celeste, la diosa casta, la que representa la dimensión espiritual del amor universal, la madre de todo lo nacido como Anima Mundi, el espíritu etérico y puro que en todo fluye, el viento, que el latín ventus <<viento y aura popular>>, enlaza onomásticamente con Venus.   
Siguiendo con las relaciones descritas por Graves; Urania era la Soberana de los Bueyes Salvajes, ourus, en latín urus es <<Uro, especie de toro salvaje>>. Urana es el aspecto más salvaje de la Diosa Triple Ana, y ofrecía su regencia sobre el día y la noche, correspondiéndose con Váruna, dios de la trinidad aria. Varunas es <<firmamento nocturno>>, de donde derivó varun o uran <<firmamento>>, siendo la raíz var <<cubrir o tapar>> y ūrṇu <<cubrir, encubrir, esconder>>[6], por causa de que el firmamento nocturno lo envuelve todo con su capa o manto estrellado. La triple diosa, la Diosa Blanca, gobernaba sobre el Erebus, el Érebo, menesteroso de luz, en griego antiguo Érebos <<lugar inferior, sombras, oscuridad, tinieblas>>, derivación de ereph <<cubrir u ocultar>>, raíz que a su vez comparte el nombre de Orfeo, Orpheus, el inspirado por la Luna.    
Afrodita Urania era representada acompañada de cisnes, tortugas, huevos, espejos u orbes, y le son asociados los delfines, las palomas, las abejas, las veneras, las almejas, las ostras, la granada, la manzana y las rosas.  
Delfín proviene del latín delphῑnus que deriva del griego δελφύς, <<útero, matriz>>, nombre que le fue dado a dicho cetáceo por ser un animal mamífero a pesar de vivir en el mar, y como tal, sus crías se gestan y nacen de la matriz materna u órgano generador femenino.         
Afrodita, que sufrió de romanización sincretizándose en Venus, era la feminidad y estaba muy vinculada a las fuentes, el mar, los ríos, los lagos, el rocío, por ser el líquido elemento visto como fecundador o dador de vida, el origen. Así encontramos que otro de los epítetos de la diosa la liga a ello, Acidalia, epíteto de la diosa que la asocia a la fuente del mismo nombre que usaba para bañarse, así Afrodita Acidalia vendría a significar la de la fuente.

Otra palabra importante que comparte el mismo origen de útero que delfín es Delfos, que da nombre al oráculo más famoso, asociado a Apolo y su templo. Pierre Grimal[7] nos advierte de que Delfine era el nombre compartido por dos dragones, uno de ellos medio mujer medio serpiente, mientras que el otro era el encargado de custodiar la fuente de Delfos, mito anterior al de la serpiente Pitón que mata a Apolo para hacerse con el santuario de Delfos. El Oráculo de Delfos era considerado el centro del mundo, o más bien lo era la piedra o huevo pétreo denominada omfalós.           
Omfalos en griego ὀμφαλός, omphalós <<ombligo, centro de escudo o de la tierra>> (ὀμφἡ es <<voz profética, oráculo>>), donde se cuenta se sentaba la pitonisa. Esta piedra era considerada por los griegos el ombligo del mundo. No obstante, el ombligo no es el medio del cuerpo anatómicamente, puesto que proporcionalmente la parte inferior al ombligo es más larga que la superior, de hecho, al dividir la altura completa de un hombre por la distancia obtenida entre su ombligo y los dedos de los pies obtendremos el número áureo 1.618. Teniendo esto último en cuenta, el centro del cuerpo, visualmente, se sitúa en la línea de los genitales, por lo que, por un lado, tendríamos a Delfos como vagina o útero y al omfalós que evoca al falo. En griego φαλλός es <<falo, emblema de la generación>>, en latín phallus.       
La piedra omfalós se consideraba la piedra que se tragó Crono pensando que era su hijo Zeus, tiene forma de montículo cubierta de cruces formando nudos, como una red y se decía que estaba coronada por dos águilas. Tal piedra coronada por un águila de alas desplegadas sería una clara representación de un símbolo de Venus. El ombligo y el mojón eran símbolos asociados a Venus.          
Afrodita Urania, la celestial y pura, tenía una cara opuesta, la Afrodita Pandemos, la Afrodita indecente, la de los bajos placeres terrenales y sexuales. El epíteto Pandemos proviene del griego antiguo
 Πάνδημος <<lo público, lo común a todo el pueblo>>. El hijo de Afrodita, Eros, de igual modo luce a veces este título. En latín Afrodita Pandemos era llamada Venus Vulgivaga o Popularis, y como existe toda una filosofía en el lenguaje, de aquí deriva la etimología de la palabra vulgar y voluntad. Del latín vulgus <<el vulgo, pueblo, plebe, multitud, masa>> surge vulgātus <<Público, divulgado, conocido>>, así pues, ya notamos que lo oculto siempre se quiere manifestar dejando pistas. Creemos manejar nuestra vida; aun cuando, como alegó Carl Jung:

<<Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el inconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino>>.

De Igual modo que el inconsciente personal, el inconsciente colectivo, el inconsciente heredado, se manifiesta con juegos de palabras, metáforas, chistes, símbolos, pues lo inexpresado siempre pugna por expresarse y no nos veremos libres de sus caprichos a menos que lo conozcamos, por tanto, tan importante es el autoconocimiento de sí, como el conocimiento de lo colectivo, pues solo, a quien realmente se conoce a sí mismo, dios le habla.

En la constitución dogmatica del <<Dei Verbum>> sobre la divina revelación, se apunta sobre la inspiración verbal que Dios se manifiesta a través de los sueños o la palabra insinuada, así, el artista, poeta, filósofo, autor, recibe un mensaje; a pesar de ello a veces aquello que llega por inspiración, las metáforas, los símbolos, las palabras, o las ideas, no son bien entendidas por la lógica y dan lugar a erratas, lo que genera que: <<La biblia es la palabra de Dios>>, pero no: <<Palabras de Dios>>.

El saber popular de que la verdad siempre aflora a la luz, es un claro ejemplo de este conocimiento, de cómo lo oculto siempre se manifiesta para quien quiere encontrarlo.
Así si la Virgen María es una evolución de las diosas primigenias de la fecundidad recogida en las distintas vertientes de Venus, la Afrodita latina por esos mismos entresijos del subconsciente colectivo y sus juegos de palabras, la biblia latina, la del pueblo es la Vulgata, que desplazó a la Vetus Latina <<La latina vieja>>.
Como ves, tal es el poder de lo oculto por manifestarse, basta con leer sus pistas, los nombres, las palabras, los símbolos, pues nunca son casuales, al formar parte del lenguaje con el que nos comunicamos. Me remito a Varrón en <<De lingua latina>>, cuando apunta:

<<La misma relación de parentesco y consanguinidad que hay entre los hombres se da también entre las palabras>>[8]

Queda claro que por más que se oculten las cosas surgen. El sincretismo religioso, por la ineludible cohabitación de culturas, sistemas filosóficos o creencias, genera hibridación entre los cultos. A causa de ello, en la figura de Afrodita, el sincretismo religioso, vertió todas las divinidades menores, como, a su vez, María, absorbió o bebió de todas ellas. Innumerables pistas arrojan luz sobre esto.       
De entrada, las <<paradojas marianas>> y el <<misterio mismo de Dios, que quiso hacerse niño>>, el Verbo Encarnado, nos dicen que María es:

·         La que dio el ser al creador de todo.

·         La que engendró al mismo que la había creado a ella.

·         La que existía antes que Dios... se encarnara.

·         La que encerró en su seno al Inmenso e Infinito.

·         Aquella que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo.

·         La que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta.

·         La que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve.

·         La que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos.

·         La que tocó los confines de quien no tiene fin.

Todas estas paradojas marianas son aplicables también a la diosa egipcia Hathor, como madre, esposa e hija de Ra, que incluso era la mismísima esencia de Ra.

Veamos a qué nos lleva la terminología del nombre María: María es la forma helenizada del nombre arameo Maryām, en hebreo Mīryam.    
En hebreo mar-yam, מר-ים, es <<gota del mar>>, surgido de la unión de מר <<mar>>, y ים <<gota>>. Lo que tradujo Eusebio de Cesarea al latín, por Stillă Maris. Aunque por esas jugarretas del inconsciente podría ser que un copista lo transcribiera como Stella Maris <<Estrella del Mar>>, que es como ha sido perpetuado hasta nuestros días y, que desvela, su asociación con la diosa egipcia Isis, puesto que, Stella Maris, es un sobrenombre latín dado a la estrella Sirio, estrella venerada por los egipcios como la diosa Sopdet, Sothis o Sethis, identificada por ellos como Isis en varios textos.  
De igual modo, Stillă Maris <<gota de mar>>, religa a María con la venusiana Afrodita, cuyo nombre Aphrodítē en griego antiguo es Ἀφροδίτη <<surgida de la espuma>>, de “ἀφρός”, aphrós <<espuma; espumarajo, baba>>. Asociada a la aurora y el rocío, la rosada que todo reverdece, las gotas de agua del amanecer.   
En el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes leemos:

<<Quasi rosa plantata super Rivos Aquarum Fructificate / Reverdeced cual rosa plantada junto a la rivera de las aguas.>>

Por otra parte, vemos que la estrella Sirio, que se sienta en el oeste compartiendo el véspero junto a Venus, realiza un curioso movimiento a ojos del observador terrestre, tras pasar tres meses bajo el horizonte atraviesa la linde del hemisferio visible por el este.  Renaciendo una vez al año junto al sol al amanecer, día que coincidiendo con la crecida del Nilo, marcaba el comienzo del año en el calendario egipcio, reverdeciendo, devolviendo la vida a las riberas del Nilo. Por su entrelazamiento como estrellas del amanecer y atardecer, los mitos de Venus y Sirio a menudo se funden. Venus y Sirio acompañan a la luna, por ello la Virgen María, igual que la arcana Papisa del Tarot, reposa sus pies sobre una media luna.

Eos, la aurora, diosa similar a Hathor, tuvo por hijos a Héspero, Ἓσπερος el lucero vespertino, la estrella de la tarde y su gemelo Fósforo, Φωσφόρος, Phōsphoros, el lucero del alba, el portador del amanecer, el dador de luz o Lucifer, del latín lux, lucis <<luz, resplandor: prima luce, al amanecer>> y fĕro <<llevar, soportar, ofrecer>>, el más bello. Como Afrodita, la más bella que cae y trata de ascender por el cielo sin lograrlo, pues la posición de Venus y Sirio nunca es alta en el firmamento.        
Lucifer es nombrado por primera vez en la Vulgata:

 <<¿Quomodo cecidisti de caelo, lucifer… / ¿Cómo caístes del cielo, ¡oh Lucero!...>> Isaías 14:12

Se dice <<Héspero es Fósforo>> ligando el principio y el fin, el alfa y el omega, el Boaz y Jakin inscrito en las columnas que flanquean el trono de la Sacerdotisa del Tarot. Así son, por tanto, lógicas las atribuciones iguales que comparten Hathor e Isis, como diosas de la fecundidad y acogedoras de los muertos, dado que ambas diosas representan aspectos del planeta Venus y la estrella Sirio, los luceros del amanecer, que marcan el nacimiento, pero que de manera análoga son también los luceros del atardecer, los que preceden al ocaso y, por tanto, la muerte.

María, por ello, sostiene a Cristo nacido y Cristo Muerto; Isis abraza el cadáver de su mellizo Osiris; Afrodita abraza a su amante Adonis muerto, y Eos abraza a su hijo Memnón muerto en el campo de batalla. Todas estas divinidades femeninas están presentes tanto en el nacimiento como en la muerte de su hijo, hermano o amante, como Afrodita, que guarda a Adonis recién nacido en un cofre de madera.
Eos de sublime belleza, según Hesíodo:

<<Brilla sobre todos los que están en la tierra y sobre los inmortales dioses que viven en el ancho cielo.>>

 Las lágrimas de Eos son el rocío matutino. A Eos Homero le brinda el epíteto Rododáctila, ῥοδ-δάχτυλος <<de dedos de rosa, de rosados dedos>>, y el de Erigenia <<que nace pronto>>. Porque Venus es la primera nacida que engendra al resto de estrellas, visto que Venus es el primer lucero que aparece en el firmamento, al igual que Fanes es, Protógeno Faetonte <<primogénito deslumbrante>>, el alba, que al despuntar es lo primero que acontece antes de traer el día. Incluso la palabra matutino, Mātŭtīnus, deriva del nombre romano de Eos, Matuta. Mater Matuta, era la divinidad asociada al mar y a los puertos Marítimos, lo que vuelve a ligar el amanecer y Venus con el mar.   
El rojo de la aurora es el color de Venus, el color de su sangre, que en otros mitos tiñe las rosas blancas y las vuelve rojas. Las rosas rojas de sangre, son, pues, símbolo de Afrodita, y eran depositadas por los romanos en los altares de Venus durante la celebración de las Rosalías, la fiesta de las rosas, asociadas al culto de los muertos. En tanto, las rosas recogen la sangre de los difuntos como un cáliz tiñéndose de rojo, como le sucede a Adonis, o como en el caso de Jesús, cuya sangre se transforma en ríos de donde brotan las rosas rojas.         
Afrodita, ante la tragedia de la pérdida de su amado, se desmaya exhausta de dolor sobre las rosas rojas impregnadas de su propia sangre y la de su amante, volviéndose así, las rosas rojas, símbolo del amor eterno. De forma análoga, la Virgen María, se desmaya sobre el cadáver de Cristo.        
El primer verso del Génesis nos dice:

<<Rua Ǣlohim aur / Que la luz sea y la luz fue>>.[9]

Para los egipcios Ra o Rê nombra al sol, pero también es la luz que al penetrar en el sol hace que brille. 
Al rodar el mundo, el amanecer y la brisa marina, traen las gotas del rocío. Roció, cuya raíz rõs, porta Eros. Así como, Aprhós <<espuma>>, de donde surge el nombre de Afrodita, en tanto la palabra romero deriva del latín romarius, rõs maris, <<rocío marino>>. De ahí las Romerías de la Virgen del Rocío, cuyo dintel del pórtico del monasterio tiene la guisa de una ostra. Por tanto, queda patente que la Venus del amanecer, la que reverdece las rojas rosas, es siempre la fecunda, la celestial, la Afrodita Urania, la Parturienta Sagrada.

Rusia posee una fuerte relación con Afrodita Urania, estando Rusia, la Madre Patria, bajo el dominio zodiacal de Acuario, la casa de Urano.  Rusia era etimológicamente en su inicio el pueblo de Rus o Ros, Rhos.

<<Santa Rusia es el nombre geográfico "Rus". La explicación etimológica más razonable de esta palabra viene de la antigua raíz indoeuropea ȓos (para comparar: roí en alemán, russus en latín, rouge en francés, red en inglés y rohi- ta en sánscrito), que significa rojo, pelirrojo, rosado. Además, aquí da absolutamente lo mismo si Rusia recibió su nombre de una tribu eslava o escandinava. Lo importante es que desde un punto de vista inconsciente, el color rojo está estrechamente ligado a Rusia: fue uno de los colores preferidos de los príncipes rusos, aparte de que en el ruso antiguo la palabra "krasni" —"rojo"—, significaba también "bello", "destacado", etcétera>>[10]

Baba Yagá, la bruja rusa que devora niños, es vista como la Dama Blanca de la Muerte y el Renacimiento, que guarda las Aguas de la Vida y la muerte, que rejuvenece mediante un brebaje de rosas azules. La bruja es un símbolo de la diosa Tripartita que representa las tres edades de la mujer: la virgen, la madre y la bruja (la hija, la madre, la abuela). La diosa madre, es la que sostiene al hijo en la vida y en la muerte, como la imagen de la Piedad, la Virgen María que sostiene y llora a su hijo muerto. Lo mismo que observamos en el monumento de la afligida madre rusa que abraza al soldado caído en la batalla.

La Virgen María es la rosa mística, coronada de rosas rojas. Así, el rosario de la liturgia cristiana deriva su nombre del latín rosarium <<Jardín de rosas, rosaleda>>; de ahí también el nombre dado a los rosetones de las catedrales, símbolo que a la par alude al renacimiento y los ciclos del año.

Pero, ¿qué más ves en el rosario?      
Míralo, es una circunferencia de la que pende una cruz, el símbolo de Venus ♀ el símbolo universal de lo femenino, el útero materno, el símbolo que inunda la iconografía cristiana.    
El símbolo de Venus, el espejo de Venus, es la evolución del anj, ˁnḫ, , que portaban las diosas Isis y Hathor.           
El Espejo de Venus se manifiesta en el orbe crucífero, tan solo hay que girar su imagen, darle la vuelta, pues lo inverso a Dios es la Diosa. A veces el orbe es representado como una esfera de espejo, a la que portan o sobre la que se sientan, Dios, la Virgen, Jesús, los ángeles y los santos.

La rosa (comúnmente representada por un tallo y dos hojas, constituye nuevamente la silueta del espejo de Venus), es la flor del secreto, siendo el mismo secreto, pero el secreto siempre desea mostrarse, así, en el ritual de <<recordar, repetir y reelaborar>>, lo no comprendido o asimilado por el consciente, hallamos otro instrumento cumbre de la liturgia cristiana, la custodia, ostensorio u ostensorium. El ostensorio, claro símbolo de la diosa de la fecundidad, el útero materno, que guarda dentro de sí el cuerpo de Cristo y que es un espejo de Venus. Aquí me asalta el recuerdo de la Reina Isabel la Católica, donando sus espejos a la iglesia para fabricar ostensorios con ellos.           
El vocablo ostensorium proviene del latín ostentātĭo <<Ostentación, alarde, simulación, apariencia>>, haciendo aquí partícipe al chiste, pues forma parte de la liturgia del secreto. Es de saber popular que el mejor escondite está siempre a la vista de todos. El ostensorio es un artilugio de oro donde se coloca la hostia, el cuerpo de Cristo, después de ser consagrada, una repetición neurótica de ocultar la fecundación. El ostensorium se compone de un espejo o una esfera de cristal en el centro de un símbolo de Venus inverso, mostrando que lo contrario de la religión patriarcal de la Iglesia es la religión matriarcal, la oculta, la soterrada, la sometida, la condenada al ostracismo, que no obstante se resiste a callar y se manifiesta. Así, el símbolo del anticristo no es la cruz invertida, sino el orbe crucífero invertido, pues el espejo de Venus es lo contrario a Dios, siendo el símbolo de la Diosa. Así, por esas ironías del inconsciente encontramos que ostracismo, ὄστρακισμόϛ, deriva del griego ὄστρειον <<ostra; color de púrpura>> o ὄστρακον <<vasija de barro; pedazo de una vasija rota>>, sobre la cual se escribía el nombre del condenado al ostracismo. La concha se asocia a Venus, pues ella es la gran diosa excluida, la arrojada al desierto. El símbolo de Venus se compone de dos partes que son la esfera y la cruz o Tau. Así vemos cómo la esfera en el culto y peregrinación a Santiago de Compostela tomó la forma de una concha, la concha del peregrino, la venera, una concha de vieira, cuya etimología deriva del latín veneria, vĕnĕrĕus o veneris, es decir Venus. A veces la venera es adornada con una cruz roja adamantina pintada encima, siendo el rojo el color de la sangre de Venus, otras veces es la venera la que se coloca en el centro de una cruz.     
La hostia de la liturgia, es una esfera con una cruz en su interior, otra vez el símbolo de Venus, aunque descompuesto. La descomposición es algo que se repite, así encontramos cruces de apariencia esféricas como la templaría, que muestra una cruz roja de brazos convexos por ambos lados simbolizando una esfera. Otras veces se muestra una cruz sobre un monte, una semiesfera o lápida (a Venus se le asocia a la señal de los caminos denominada mojón), lo mismo que la cruz en cuyo centro hay un círculo, elemento que adquiere la imagen de una rosa para los rosacruces que acompañan la cruz de un cisne con crías, o huevos para los peregrinos de Santiago. Como ya he comentado, el círculo, toma el aspecto de Venera y de igual manera la esfera se torna copa, el cáliz, el receptáculo que contiene la sangre de Cristo. En la iconografía, se ve como el pintor juega con la perspectiva, para tratar de reflejar la redondez de la boca de la copa.

La cruz dentro del círculo, la podemos hallar en otros símbolos como la rosa de los mares, la rosa de los vientos. Los vientos, los alados vientos, hijos de Eos, que custodian el cuerpo de su hermano Memnón muerto, por el que su madre llora, y al que Zeus concede la inmortalidad y sube al cielo.
El secreto del Sagrado Corazón, de nuevo la palabra secreto o misterio, señala lo que se muestra a ojos de todos, el corazón sangrante con la espada o la cruz encima es el espejo de Venus. La matriz sangrante, la copa como continente de sangre, por ello el corazón es la copa de la baraja, y la pica sobre el corazón es lo mismo que la espada sobre la copa, la tau sobre el círculo.            
El nuevo testamento, al hablarnos del Divino Corazón, nos dice:

<<Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba, si cree en Mí. Pues como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva>> Juan 7: 37-39

Hathor, la sustentadora de los muertos, daba de beber el agua de la vida a los difuntos, alimentándolos con sus frutos, siendo ella el árbol de la vida. La tau es como el árbol de ramas bifurcadas que brota sobre la esfera terrestre. En la simbología cristiana, la cruz simboliza el cuerpo de Cristo y el círculo, el cáliz, su sangre.  
Leemos en la Vulgata:

<<Respondiéndole Jesús: Cualquiera que bebe de esta agua tendrá otra vez sed; pero quien bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás volverá a tener sed. Antes el agua que yo le daré, vendrá a ser dentro de él un manantial de agua que manará sin cesar hasta la vida eterna>> Juan 4:13-14

<<A lo que Jesús respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, no tendrá hambre y el que cree en mí, no tendrá sed jamás… Por tanto la voluntad de mi Padre, que me ha enviado, es que todo aquel que ve, o conoce, al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día…Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo daré, es mi misma carne, la cual daré yo para la vida o salvación del mundo… En verdad, en verdad os digo, que si no comiereis la carne del Hijo del Hombre, y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Quien come de mi carne y bebe mí sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre es verdaderamente bebida. Quién come mi carne, y bebe mi sangre, en mí mora, y yo en él. Así como el Padre que me ha enviado vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come, también él vivirá por mí, y de mi propia vida.>> Juan 6:35-58

De la sangre de Jesús brotan las rosas rojas, igual que de la sangre del dragón brota un rosal, así el libro y la rosa de Sant Jordi, nos enlazan, nos muestran otro símbolo que sustituye a los anteriores pero que guarda significado análogo, el libro. El libro que vemos porta la Sacerdotisa de los arcanos del Tarot, o el libro del pantocrátor, que reza:

<<Ego sum lux et veritas et vita / Yo soy la luz la verdad y la vida.>>

La vinculación del cáliz del vino con el libro de la verdad, me traslada al Banquete de Platón, cuando el filósofo escribe por boca de Alcibíades:

 <<Según el dicho, el vino, con niños o sin niños, es veraz.>>[11]

Esto se refiere al dicho <<in vino veritas>>, vino y verdad, que apunta sobre que <<el vino y los niños dicen la verdad>>. Así, en el trance del vino el subconsciente puede aflorar al hallar menos resistencias, y explicar verdades. La corriente de la doble verdad, sobre una realidad oculta, nos transporta a la idea de que hay una realidad dual, en tanto hay una verdad aparente y real y otra más ligada a la fe, la inspiración o el alma, no menos verdadera, pero difícil de hallar. Del latín venere surge venerar, palabra unida etimológicamente a Venus. Veneramos a Dios por espejamiento, porque todo empieza y termina en Venus, el misterio del nacimiento, la muerte y renacimiento. Si algo me ha enseñado el arte es que Venus la Diosa es la Incombatible, la que se resiste a permanecer oculta, burlándose, mostrándose por doquier.

Sobre el monte y su asociación con Venus, tenemos el mons pubis <<monte pubis>>, denominado en las mujeres mons veneris <<monte de Venus>>. El lugar donde fue crucificado Jesucristo es nombrado como el Monte Calvario o la colina del Gólgota. Tanto Gólgota como Calvario tienen, etimológicamente hablando, su origen en la palabra calavera y se lo describe como un monte árido, calvo, sin pelo, por ser virginal. Gólgotha, derivación del griego Γολγοθς, tiene su origen etimológico en la traducción al griego de un término arameo del Nuevo Testamento, Gûlgaltâ, que se traduce como <<Lugar de la Calavera>>. En la Vulgata latina, Calvariæ Locus, es un osario de donde deriva calvario, y que se enlaza con las palabras calva <<cráneo>>, calvitĭes <<calvicie>> y calvus <<calvo>>. Queda la anécdota de que en un intento de masculinizar a la diosa Venus, esta fue representada esculturalmente calva y con barba, tal como nos refiere Sabino Perea en su libro “El sexo divino”. Calavera, que se une por etimología a la palabra cántaro, es un cáliz, una copa, lo mismo que el sueco skål <<tazón, brindis>>,[12] que se pronuncia al brindar rememorando su pasado vikingo, cuando las copas usadas para brindar eran calaveras, siendo skalle <<cráneo>>. 
Isis Faria, asociada al faro de Alejandría de la isla Faros y, por tanto, portadora de la luz, poseía por símbolos el ancla y el timón, siendo la patrona de los marineros, la Reina del Mar. El mar por los marineros es visto como una mujer que aporta la vida, pero también la muerte. Así, piensa, ¿qué ves en la Jolly Roger la bandera pirata? Una calavera con una cruz de tibias o espadas cruzadas. Otra vez, el espejo de Venus. El origen de su nombre es controvertido, algunas apuestas son que Jolly Roger derivase del francés joli rourge <<rojo bonito, bastante rojo o incluso amante del rojo>>, haciendo referencia a las banderas rojas de los corsarios franceses o la sangre derramada; otros apuntan a que deriva de Ali Raja <<Rey del Mar>> que se corrompería en Old Roger <<el viejo vagabundo errante>>, lo cual para mí es muy evocador, puesto que era un modo de nombrar al Diablo. Jolly también podría haber derivado de holen, holly, holy <<acebo y sagrado, santo>>. Otra versión de su origen liga su iconografía al símbolo que empleaban para señalar sus tumbas los Caballeros de la Orden de Malta, la calavera y las dos tibias. La Orden de Malta fue fundada en Jerusalén, siendo más conocidos como los Caballeros Hospitalarios, cuyo emblema es un óvalo rojo cruzado por una cruz blanca enmarcado por un rosario sobre un manto estrellado con una corona. Dicha orden y, aquí es cuando todo se enroca cobrando sentido, obtuvo la licencia para construir un hospital de peregrinos junto a la Iglesia del Santo Sepulcro, construida sobre el Monte Calvario, el lugar de la calavera.   
A Helena de Constantinopla, la madre de Constantino I, se debe el hallazgo del monte Calvario, la cripta de Jesús y su cruz. Allí su hijo, el emperador Constantino I mandó erigir la Iglesia del Santo Sepulcro con la capilla dedicada a Santa Helena, su madre. El emplazamiento del paraje no es casual, la Iglesia del Santo Sepulcro, se levantó sobre un templo de Afrodita. Helena de Constantinopla, glorificada por su hijo como Santa Elena de la Cruz, es representada sustentando la Vera Cruz, la cruz verdadera. En tanto, Helena sería el receptáculo, la esfera, a veces representada con su hijo.           
El mismo Constantino I (de cōnstans <<consistente, firme, sólido, perseverante>>), el libertador de los cristianos, ha sido venerado como Santo y considerado el decimotercer apóstol. Se deduce que él y su madre de algún modo entrelazan su grandeza con Jesús y María. El padre de Constantino, que compartió el mismo nombre que su hijo, fue sobre nombrado ‘Cloro’ en referencia al color verde por la palidez de su rostro. Verde como verde es el rostro de Osiris. Constantino I fue el único hijo de Helena y primogénito de su padre y, por tanto, el elegido para reinar.            
Constantino se alza vencedor en la batalla de Saxa Rubra, antes de la cual, se relata que tuvo un auspicio; vio en el sol el signo de la cruz con un cartel que aseveraba <<Con este signo vencerás>>. Con todo, Constantino I no se convirtió al cristianismo hasta ser bautizado en su lecho de muerte, convirtiéndose así en el primer emperador de los cristianos. Uno de los aspectos extraños que me llama la atención es que a la muerte de Helena, Constantino I, ordenara descuartizar su cadáver, embalsamar en sal sus fragmentos y mandarlos a las distintas iglesias como reliquias. No obstante, no abordaré el tema por ahora, para no desviarme de los símbolos de Venus que es lo que trata este capítulo, prosigamos pues con ellos.

La Caravaca es la cruz o forma asociada a la Vera Cruz con la que aparece Helena más representada. Cara-vaca como el rostro antropomórfico de Hathor, la de cara de vaca, diosa del hogar cuyo nombre es casa, la casa de dios, la casa del dios Horus. Así se entiende el uso mágico de colocar una cruz de Caravaca de cobre, metal de Venus, en la puerta de entrada de una casa al ser considerada un símbolo de protección.         
Como Venus, Afrodita, Isis, Hathor, Astarte, Ishtar, son diosas de la fecundidad, así pues, el anj, la cruz ansada (
) o espejo de Venus (♀), bien podría ser la representación de un niño con el cuerpo envuelto por una tela y los brazos abiertos igual que en el caso del carácter chino para hijo , zĭ. Simbolizando la fractalidad, la naturaleza replicándose a sí misma. Vemos, por tanto, en algunas representaciones, al Niño Jesús o al Jesucristo adulto, clavado en la cruz o sin la cruz, ser el propio signo de Venus, parado de pie, con los brazos abiertos y el disco dorado tras su cabeza. Otros sustitutos del círculo son la campana y el altar del sacrificio, ambos símbolos hechos con materiales asociados a Venus, el cobre y el mármol blanco; la campana con su forma de receptáculo invertido porta sobre de sí la cruz y, a veces, como en el caso de las conchas de los peregrinos y las hostias, la cruz está grabada o pintada encima.          
El altar del sacrificio o mesa para el banquete celestial, es considerada el corazón del templo, su centro. Como viste, el centro se asocia a la genitalidad. Y detrás del altar suele ubicarse una gran cruz.          
El nombre Catedral proviene del término trono o asiento. El trono enlaza, por tanto, la catedral con el templo de dios o más bien de la diosa, siendo Isis la diosa del sustento, que todo lo sustenta, cuyo nombre significa trono y se representa en jeroglífico con un trono.         
En tanto, el sagrario que guarda el copón o copa con las hostias, el cuerpo o carne de Cristo, es una caja de madera que representa el hogar o casa de Jesús, siendo de igual forma considerado el corazón de la iglesia, asemejándose en concepto al nombre de Hathor <<la casa de Horus>>. Enlazando su función con el uso de los vasos canopos, los cuatro vasos que guardaba las vísceras de los muertos consagrados a Horus, el hijo de Isis. Extraer o meter el cuerpo en un cofre, urna, arca de madera, barca, árbol o ser clavado a él, así como salir de él, marca la muerte y el renacer, como en el caso de Adonis, Osiris, Jesús, Dionisio. Es un simbolismo que se repite, como veremos más adelante, tanto en la mitología como en el folclore, herencia del sustrato mitológico pre-indoeuropeo.

El espejo de Venus. La irreductibilidad de la Diosa. Primera edición: Marzo 2022
© Autora: Elena Catalán Muñoz ISBN: 9798435458688





[1] Torres Amat F. La Sagrada Biblia. Traducción de la Vulgata Latina al Español. Edicomunicación, S.A.  (En adelante las citas bíblicas son de la misma fuente.

[2]  Freud S. Tótem y tabú. Buenos Aires: Amorrurtu; 2008. ISBN: 950-518-589-8

[3] Diccionario Manual Griego. Griego clásico-español. España: VOX;  2005. ISBN: 84-8332-149-1 (Igual para las demás).   

[4]  Graves R. Los Mitos Griegos I. Madrid: Alianza Editorial, S. A.; 2001. ISBN: 84-206-7262-9

[5] Graves R. La Diosa Blanca. España.  Alianza Editorial; 1986. ISBN 84-206-1948-5

[6] Pujol Ò. Diccionari Sàncrit-Català. Romanyà/Valls: Enciclopèdia Catalana SA; 2005. ISBN 84-412-1405-0

[7] Grimal P. Diccionario de mitología griega y romana. Barcelona: Ediciones Paidos; 1989.

[8] Varrón M.T. De lingua latina. España: Anthropos; 1990. ISBN: 9788476852381

[9] Schuré E. Los grandes Iniciados I. Rama/ Krishna / Hermes / Moisés / Orfeo. España: Biblioteca fundamental Año Cero; 1995.

ISBN: 84-88337-05-1

[10] Duguin A. Rusia el misterio de Eurasia. España: Grupo Libro 88, S.A.; 1992. ISBN: 84-7906-162-6

[11] Platón. El Banquete. España: El libro de bolsillo / Alianza Editorial; 1993. ISBN: 84-206-0380-5

[12] Spansk svensk /sueco español. Sweden: Berlitz; 1998. ISBN 91-46-19460-6

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