EL ESPEJO DE VENUS LA IRREDUCTIBILIDAD DE LA DIOSA / LA EVOLUCIÓN DEL SÍMBOLO DE VENUS EN LA CRISTIANDAD
EL ESPEJO DE VENUS
LA IRREDUCTIBILIDAD DE LA DIOSA
CAPÍTULO I
LA EVOLUCIÓN DEL SÍMBOLO DE
VENUS EN LA CRISTIANDAD
<<Respondió Dios a Moisés: YO
SOY EL QUE SOY. He aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de Israel: EL QUE ES
me ha enviado a vosotros.>>
Éxodo 3:14[1]
<<Tú le hablarás y le irás
poniendo mis palabras en su boca. Yo
estaré en tu boca y en la suya, y os mostraré lo que debéis hacer.
Él hablará en tu lugar al pueblo, y será tu lengua.
Y tú le dirigirás en todo lo perteneciente a Dios.>>
Éxodo
4:15-16
<<Sólo en un ámbito, el del
arte, se ha conservado la <<omnipotencia de los pensamientos […] con derecho se habla del ensalmo del arte y
se compara al artista con un ensalmador. […] El arte, que por cierto no empezó como <<l´art pour l´art>>,
estaba en su origen al servicio de tendencias que hoy se han extinguido en
buena parte. Entre ellas, cabe conjeturar toda clase de propósitos mágicos.
>>[2]
Urania es una derivación de Οὐρανία <<celeste,
del cielo; que se eleva hasta el cielo>>[3],
Urano, según Graves, es una masculinización de Ur-ana <<reina de las montañas, del verano,
de los vientos o reina de los bueyes salvajes>>[4].
Urania sería <<La Reina del Cielo o
que se eleva hasta el Cielo>> pues la palabra se deriva tal vez de auras
<<montaña>> y ana <<reina>>. Pero Ura (aura) significa
<<cola de león>> (consagrado a Anatha, la diosa de la Montaña,
Reina del Cielo), y como el león expresa ira con la cola, la palabra puede
significar <<La Reina con Cola de León>>; ciertamente, el nombre
griego de la corona de áspid de Egipto que llevaban los Faraones por derecho
materno era <<Uraeus>> que significa <<de Cola de
León>>. También es probable que Urano, el padre de los Titanes, fuera
originariamente Urana, Ura-ana, Reina Ura[5],
su madre.
Afrodita
Urania es bajo este epíteto la Reina de los Cielos, la Celeste, la diosa casta,
la que representa la dimensión espiritual del amor universal, la madre de todo
lo nacido como Anima Mundi, el
espíritu etérico y puro que en todo fluye, el viento, que el latín ventus <<viento y aura popular>>, enlaza onomásticamente con
Venus.
Siguiendo
con las relaciones descritas por Graves; Urania era la Soberana de los Bueyes
Salvajes, ourus, en latín urus es <<Uro, especie de toro salvaje>>. Urana es el aspecto
más salvaje de la Diosa Triple Ana, y ofrecía su regencia sobre el día y la
noche, correspondiéndose con Váruna, dios de la trinidad aria. Varunas es <<firmamento nocturno>>, de donde derivó varun o uran <<firmamento>>, siendo la raíz var <<cubrir o tapar>> y ūrṇu <<cubrir, encubrir,
esconder>>[6],
por causa de que el firmamento nocturno lo envuelve todo con su capa o manto
estrellado. La triple diosa, la Diosa Blanca, gobernaba sobre el Erebus, el
Érebo, menesteroso de luz, en griego antiguo Érebos <<lugar inferior,
sombras, oscuridad, tinieblas>>, derivación de ereph <<cubrir u ocultar>>, raíz que a su vez comparte
el nombre de Orfeo, Orpheus, el
inspirado por la Luna.
Afrodita
Urania era representada acompañada de cisnes, tortugas, huevos, espejos u orbes,
y le son asociados los delfines, las palomas, las abejas, las veneras, las
almejas, las ostras, la granada, la manzana y las rosas.
Delfín proviene del latín delphῑnus
que deriva del griego δελφύς,
<<útero, matriz>>, nombre que le fue dado a dicho cetáceo por
ser un animal mamífero a pesar de vivir en el mar, y como tal, sus crías se
gestan y nacen de la matriz materna u órgano generador femenino.
Afrodita, que sufrió de romanización sincretizándose en
Venus, era la feminidad y estaba muy vinculada a las fuentes, el mar, los ríos,
los lagos, el rocío, por ser el líquido elemento visto como fecundador o dador
de vida, el origen. Así encontramos que otro de los epítetos de la diosa la
liga a ello, Acidalia, epíteto de la
diosa que la asocia a la fuente del mismo nombre que usaba para bañarse, así
Afrodita Acidalia vendría a significar la de la fuente.
Otra
palabra importante que comparte el mismo origen de útero que delfín es Delfos,
que da nombre al oráculo más famoso, asociado a Apolo y su templo. Pierre
Grimal[7] nos advierte de que
Delfine era el nombre compartido por dos dragones, uno de ellos medio mujer
medio serpiente, mientras que el otro era el encargado de custodiar la fuente
de Delfos, mito anterior al de la serpiente Pitón que mata a Apolo para hacerse
con el santuario de Delfos. El Oráculo de Delfos era considerado el centro del
mundo, o más bien lo era la piedra o huevo pétreo denominada omfalós.
Omfalos en griego ὀμφαλός, omphalós <<ombligo, centro de
escudo o de la tierra>> (ὀμφἡ es
<<voz profética, oráculo>>), donde se cuenta se sentaba la
pitonisa. Esta piedra era considerada por los griegos el ombligo del mundo. No
obstante, el ombligo no es el medio del cuerpo anatómicamente, puesto que
proporcionalmente la parte inferior al ombligo es más larga que la superior, de
hecho, al dividir la altura completa de un hombre por la distancia obtenida
entre su ombligo y los dedos de los pies obtendremos el número áureo 1.618.
Teniendo esto último en cuenta, el centro del cuerpo, visualmente, se sitúa en
la línea de los genitales, por lo que, por un lado, tendríamos a Delfos como
vagina o útero y al omfalós que evoca
al falo. En griego φαλλός es <<falo, emblema de la generación>>,
en latín phallus.
La
piedra omfalós se consideraba la
piedra que se tragó Crono pensando que era su hijo Zeus, tiene forma de
montículo cubierta de cruces formando nudos, como una red y se decía que estaba
coronada por dos águilas. Tal piedra coronada por un águila de alas desplegadas
sería una clara representación de un símbolo de Venus. El ombligo y el mojón
eran símbolos asociados a Venus.
Afrodita Urania, la celestial y pura, tenía una cara opuesta, la Afrodita
Pandemos, la Afrodita indecente, la de los bajos placeres terrenales y sexuales.
El epíteto Pandemos
proviene del griego antiguo Πάνδημος <<lo público, lo común a
todo el pueblo>>. El hijo de Afrodita, Eros,
de igual modo luce a veces este título. En latín Afrodita Pandemos era llamada Venus Vulgivaga o Popularis, y como existe toda una filosofía en el lenguaje, de aquí
deriva la etimología de la palabra vulgar y voluntad. Del latín vulgus <<el vulgo, pueblo, plebe,
multitud, masa>> surge vulgātus <<Público,
divulgado, conocido>>, así pues, ya notamos que lo oculto siempre se
quiere manifestar dejando pistas. Creemos manejar nuestra vida; aun cuando,
como alegó Carl Jung:
<<Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el
inconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino>>.
De Igual modo que el inconsciente personal, el inconsciente colectivo, el inconsciente heredado, se manifiesta con juegos de palabras, metáforas, chistes, símbolos, pues lo inexpresado siempre pugna por expresarse y no nos veremos libres de sus caprichos a menos que lo conozcamos, por tanto, tan importante es el autoconocimiento de sí, como el conocimiento de lo colectivo, pues solo, a quien realmente se conoce a sí mismo, dios le habla.
En la constitución dogmatica del <<Dei Verbum>> sobre la divina revelación, se apunta sobre la inspiración verbal que Dios se manifiesta a través de los sueños o la palabra insinuada, así, el artista, poeta, filósofo, autor, recibe un mensaje; a pesar de ello a veces aquello que llega por inspiración, las metáforas, los símbolos, las palabras, o las ideas, no son bien entendidas por la lógica y dan lugar a erratas, lo que genera que: <<La biblia es la palabra de Dios>>, pero no: <<Palabras de Dios>>.
El saber popular de
que la verdad siempre aflora a la luz, es un claro ejemplo de este
conocimiento, de cómo lo oculto siempre se manifiesta para quien quiere
encontrarlo.
Así si la Virgen María es una evolución de las diosas primigenias de la
fecundidad recogida en las distintas vertientes de Venus, la Afrodita latina
por esos mismos entresijos del subconsciente colectivo y sus juegos de
palabras, la biblia latina, la del pueblo es la Vulgata, que desplazó a la Vetus
Latina <<La latina vieja>>.
Como ves, tal es el poder de lo oculto por manifestarse, basta con leer sus
pistas, los nombres, las palabras, los símbolos, pues nunca son casuales, al
formar parte del lenguaje con el que nos comunicamos. Me remito a Varrón en
<<De lingua latina>>,
cuando apunta:
<<La misma relación de
parentesco y consanguinidad que hay entre los hombres se da también entre las
palabras>>[8]
Queda claro que por
más que se oculten las cosas surgen. El sincretismo religioso, por la
ineludible cohabitación de culturas, sistemas filosóficos o creencias, genera
hibridación entre los cultos. A causa de ello, en la figura de Afrodita, el
sincretismo religioso, vertió todas las divinidades menores, como, a su vez,
María, absorbió o bebió de todas ellas. Innumerables pistas arrojan luz sobre
esto.
De entrada, las <<paradojas marianas>> y el
<<misterio mismo de Dios, que quiso
hacerse niño>>, el Verbo Encarnado, nos dicen que María es:
·
La
que dio el ser al creador de todo.
·
La
que engendró al mismo que la había creado a ella.
·
La
que existía antes que Dios... se encarnara.
·
La
que encerró en su seno al Inmenso e Infinito.
·
Aquella
que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo.
·
La
que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta.
·
La
que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve.
·
La
que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos.
·
La
que tocó los confines de quien no tiene fin.
Todas estas paradojas marianas son aplicables también a la diosa egipcia Hathor, como madre, esposa e hija de Ra, que incluso era la mismísima esencia de Ra.
Veamos a qué nos
lleva la terminología del nombre María: María es la forma helenizada del nombre
arameo Maryām, en hebreo Mīryam.
En hebreo mar-yam, מר-ים, es <<gota
del mar>>, surgido de la unión de מר <<mar>>,
y ים <<gota>>. Lo
que tradujo Eusebio de Cesarea al latín, por Stillă Maris. Aunque por esas jugarretas del inconsciente podría
ser que un copista lo transcribiera como Stella
Maris <<Estrella del Mar>>, que es como ha sido perpetuado
hasta nuestros días y, que desvela, su asociación con la diosa egipcia Isis,
puesto que, Stella Maris, es un sobrenombre latín dado a la estrella Sirio,
estrella venerada por los egipcios como la diosa Sopdet, Sothis o Sethis,
identificada por ellos como Isis en varios textos.
De igual modo, Stillă Maris <<gota
de mar>>, religa a María con la venusiana Afrodita, cuyo nombre Aphrodítē en griego antiguo es Ἀφροδίτη
<<surgida de la espuma>>, de “ἀφρός”, aphrós <<espuma; espumarajo, baba>>. Asociada
a la aurora y el rocío, la rosada que todo reverdece, las gotas de agua del
amanecer.
En el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes leemos:
<<Quasi
rosa plantata super Rivos
Aquarum Fructificate / Reverdeced cual rosa plantada
junto a la rivera de las aguas.>>
Por otra parte, vemos que la estrella Sirio, que se sienta en el oeste compartiendo el véspero junto a Venus, realiza un curioso movimiento a ojos del observador terrestre, tras pasar tres meses bajo el horizonte atraviesa la linde del hemisferio visible por el este. Renaciendo una vez al año junto al sol al amanecer, día que coincidiendo con la crecida del Nilo, marcaba el comienzo del año en el calendario egipcio, reverdeciendo, devolviendo la vida a las riberas del Nilo. Por su entrelazamiento como estrellas del amanecer y atardecer, los mitos de Venus y Sirio a menudo se funden. Venus y Sirio acompañan a la luna, por ello la Virgen María, igual que la arcana Papisa del Tarot, reposa sus pies sobre una media luna.
Eos, la aurora, diosa
similar a Hathor, tuvo por hijos a Héspero,
Ἓσπερος el lucero vespertino, la estrella de la tarde y su gemelo Fósforo, Φωσφόρος, Phōsphoros, el lucero del alba, el portador del amanecer,
el dador de luz o Lucifer, del latín lux,
lucis <<luz, resplandor: prima luce, al amanecer>> y fĕro <<llevar, soportar,
ofrecer>>, el más bello. Como Afrodita, la más bella que cae y trata
de ascender por el cielo sin lograrlo, pues la posición de Venus y Sirio nunca
es alta en el firmamento.
Lucifer es nombrado por primera vez en la Vulgata:
<<¿Quomodo cecidisti de caelo, lucifer… / ¿Cómo caístes del cielo, ¡oh
Lucero!...>> Isaías 14:12
Se dice <<Héspero es Fósforo>> ligando el principio y el fin, el alfa y el omega, el Boaz y Jakin inscrito en las columnas que flanquean el trono de la Sacerdotisa del Tarot. Así son, por tanto, lógicas las atribuciones iguales que comparten Hathor e Isis, como diosas de la fecundidad y acogedoras de los muertos, dado que ambas diosas representan aspectos del planeta Venus y la estrella Sirio, los luceros del amanecer, que marcan el nacimiento, pero que de manera análoga son también los luceros del atardecer, los que preceden al ocaso y, por tanto, la muerte.
María, por ello,
sostiene a Cristo nacido y Cristo Muerto; Isis abraza el cadáver de su mellizo
Osiris; Afrodita abraza a su amante Adonis muerto, y Eos abraza a su hijo
Memnón muerto en el campo de batalla. Todas estas divinidades femeninas están
presentes tanto en el nacimiento como en la muerte de su hijo, hermano o
amante, como Afrodita, que guarda a Adonis recién nacido en un cofre de madera.
Eos de sublime belleza, según Hesíodo:
<<Brilla sobre todos los que están en la tierra y sobre los inmortales dioses que viven en el ancho cielo.>>
Las lágrimas de Eos son el rocío matutino. A
Eos Homero le brinda el epíteto Rododáctila,
ῥοδ-δάχτυλος <<de dedos de
rosa, de rosados dedos>>, y el de Erigenia <<que nace pronto>>. Porque
Venus es la primera nacida que engendra al resto de estrellas, visto que Venus
es el primer lucero que aparece en el firmamento, al igual que Fanes es,
Protógeno Faetonte <<primogénito
deslumbrante>>, el alba, que al despuntar es lo primero que acontece
antes de traer el día. Incluso la palabra matutino, Mātŭtīnus, deriva del
nombre romano de Eos, Matuta. Mater Matuta, era la divinidad asociada al mar y
a los puertos Marítimos, lo que vuelve a ligar el amanecer y Venus con el mar.
El rojo de la aurora es el color de Venus, el color de su sangre, que en otros
mitos tiñe las rosas blancas y las vuelve rojas. Las rosas rojas de sangre,
son, pues, símbolo de Afrodita, y eran depositadas por los romanos en los
altares de Venus durante la celebración de las Rosalías, la fiesta de las
rosas, asociadas al culto de los muertos. En tanto, las rosas recogen la sangre
de los difuntos como un cáliz tiñéndose de rojo, como le sucede a Adonis, o
como en el caso de Jesús, cuya sangre se transforma en ríos de donde brotan las
rosas rojas.
Afrodita, ante la tragedia de la pérdida de su
amado, se desmaya exhausta de dolor sobre las rosas rojas impregnadas de su
propia sangre y la de su amante, volviéndose así, las rosas rojas, símbolo del
amor eterno. De forma análoga, la Virgen María, se desmaya sobre el cadáver de
Cristo.
El primer verso del Génesis nos dice:
<<Rua Ǣlohim aur / Que la luz sea y la luz fue>>.[9]
Para los egipcios Ra
o Rê nombra al sol, pero también es la luz que al penetrar en el sol hace que
brille.
Al rodar el mundo, el amanecer y la brisa marina, traen las gotas del rocío.
Roció, cuya raíz rõs, porta Eros. Así como, Aprhós
<<espuma>>, de donde surge el nombre de Afrodita, en tanto la
palabra romero deriva del latín romarius, rõs
maris, <<rocío marino>>.
De ahí las Romerías de la Virgen del Rocío, cuyo dintel del pórtico del
monasterio tiene la guisa de una ostra. Por tanto, queda patente que la Venus
del amanecer, la que reverdece las rojas rosas, es siempre la fecunda, la
celestial, la Afrodita Urania, la Parturienta Sagrada.
Rusia posee una fuerte relación con Afrodita Urania, estando Rusia, la Madre Patria, bajo el dominio zodiacal de Acuario, la casa de Urano. Rusia era etimológicamente en su inicio el pueblo de Rus o Ros, Rhos.
<<Santa Rusia es el nombre geográfico "Rus". La
explicación etimológica más razonable de esta palabra viene de la antigua raíz
indoeuropea ȓos (para comparar: roí en alemán, russus en latín, rouge en
francés, red en inglés y rohi- ta en sánscrito), que significa rojo, pelirrojo,
rosado. Además, aquí da absolutamente lo mismo si Rusia recibió su nombre de
una tribu eslava o escandinava. Lo importante es que desde un punto de vista
inconsciente, el color rojo está estrechamente ligado a Rusia: fue uno de los
colores preferidos de los príncipes rusos, aparte de que en el ruso antiguo la
palabra "krasni" —"rojo"—, significaba también
"bello", "destacado", etcétera>>[10]
Baba Yagá, la bruja rusa que devora niños, es vista
como la Dama Blanca de la Muerte y el Renacimiento, que guarda las Aguas de la
Vida y la muerte, que rejuvenece mediante un brebaje de rosas azules. La bruja
es un símbolo de la diosa Tripartita que representa las tres edades de la
mujer: la virgen, la madre y la bruja (la hija, la madre, la abuela). La diosa
madre, es la que sostiene al hijo en la vida y en la muerte, como la imagen de
la Piedad, la Virgen María que sostiene y llora a su hijo muerto. Lo mismo que
observamos en el monumento de la afligida madre rusa que abraza al soldado
caído en la batalla.
La Virgen María es la rosa mística, coronada de rosas rojas. Así, el rosario de la liturgia cristiana deriva su nombre del latín rosarium <<Jardín de rosas, rosaleda>>; de ahí también el nombre dado a los rosetones de las catedrales, símbolo que a la par alude al renacimiento y los ciclos del año.
Pero, ¿qué más ves en
el rosario?
Míralo, es una circunferencia de la que pende una cruz, el símbolo de Venus ♀
el símbolo universal de lo femenino, el útero materno, el símbolo que inunda la
iconografía cristiana.
El símbolo de Venus, el espejo de Venus, es la evolución del anj, ˁnḫ, ☥, que portaban las diosas Isis y Hathor.
El Espejo de Venus se manifiesta en el orbe
crucífero, tan solo hay que girar su imagen, darle la vuelta, pues lo inverso a
Dios es la Diosa. A veces el orbe es representado como una esfera de espejo, a
la que portan o sobre la que se sientan, Dios, la Virgen, Jesús, los ángeles y
los santos.
La rosa (comúnmente representada por un tallo y dos
hojas, constituye nuevamente la silueta del espejo de Venus), es la flor del
secreto, siendo el mismo secreto, pero el secreto siempre desea mostrarse, así,
en el ritual de <<recordar, repetir
y reelaborar>>, lo no comprendido o asimilado por el consciente,
hallamos otro instrumento cumbre de la liturgia cristiana, la custodia,
ostensorio u ostensorium. El ostensorio, claro símbolo de la diosa de la
fecundidad, el útero materno, que guarda dentro de sí el cuerpo de Cristo y que
es un espejo de Venus. Aquí me asalta el recuerdo de la Reina Isabel la
Católica, donando sus espejos a la iglesia para fabricar ostensorios con ellos.
El vocablo ostensorium proviene del latín ostentātĭo
<<Ostentación, alarde, simulación, apariencia>>, haciendo aquí partícipe al chiste, pues
forma parte de la liturgia del secreto. Es de saber popular que el mejor
escondite está siempre a la vista de todos. El ostensorio es un artilugio de oro donde se coloca la hostia, el
cuerpo de Cristo, después de ser consagrada, una repetición neurótica de
ocultar la fecundación. El ostensorium se compone de un espejo o una esfera de
cristal en el centro de un símbolo de Venus inverso, mostrando que lo contrario
de la religión patriarcal de la Iglesia es la religión matriarcal, la oculta,
la soterrada, la sometida, la condenada al ostracismo, que no obstante se
resiste a callar y se manifiesta. Así, el símbolo del anticristo no es la cruz
invertida, sino el orbe crucífero invertido, pues el espejo de Venus es lo
contrario a Dios, siendo el símbolo de la Diosa. Así, por esas ironías
del inconsciente encontramos que ostracismo, ὄστρακισμόϛ,
deriva del griego ὄστρειον
<<ostra; color de púrpura>> o ὄστρακον <<vasija de
barro; pedazo de una vasija rota>>, sobre la cual se
escribía el nombre del condenado al ostracismo. La concha se asocia a Venus,
pues ella es la gran diosa excluida, la arrojada al desierto. El símbolo de
Venus se compone de dos partes que son la esfera y la cruz o Tau. Así vemos
cómo la esfera en el culto y peregrinación a Santiago de Compostela tomó la
forma de una concha, la concha del peregrino, la venera, una concha de vieira,
cuya etimología deriva del latín veneria,
vĕnĕrĕus o veneris, es decir Venus. A
veces la venera es adornada con una cruz roja adamantina pintada encima, siendo
el rojo el color de la sangre de Venus, otras veces es la venera la que se
coloca en el centro de una cruz.
La hostia de la liturgia, es una esfera con una cruz en su interior, otra vez
el símbolo de Venus, aunque descompuesto. La descomposición es algo que se
repite, así encontramos cruces de apariencia esféricas como la templaría, que
muestra una cruz roja de brazos convexos por ambos lados simbolizando una
esfera. Otras veces se muestra una cruz sobre un monte, una semiesfera o lápida
(a Venus se le asocia a la señal de los caminos denominada mojón), lo mismo que
la cruz en cuyo centro hay un círculo, elemento que adquiere la imagen de una
rosa para los rosacruces que acompañan la cruz de un cisne con crías, o huevos
para los peregrinos de Santiago. Como ya he comentado, el círculo, toma el
aspecto de Venera y de igual manera la esfera se torna copa, el cáliz, el
receptáculo que contiene la sangre de Cristo. En la iconografía, se ve como el
pintor juega con la perspectiva, para tratar de reflejar la redondez de la boca
de la copa.
La cruz dentro del
círculo, la podemos hallar en otros símbolos como la rosa de los mares, la rosa
de los vientos. Los vientos, los alados vientos, hijos de Eos, que custodian el
cuerpo de su hermano Memnón muerto, por el que su madre llora, y al que Zeus
concede la inmortalidad y sube al cielo.
El secreto del Sagrado Corazón, de nuevo la palabra secreto o misterio, señala
lo que se muestra a ojos de todos, el corazón sangrante con la espada o la cruz
encima es el espejo de Venus. La matriz sangrante, la copa como continente de
sangre, por ello el corazón es la copa de la baraja, y la pica sobre el corazón
es lo mismo que la espada sobre la copa, la tau sobre el círculo.
El nuevo testamento, al hablarnos del Divino Corazón, nos dice:
<<Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba, si cree en Mí. Pues
como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva>> Juan
7: 37-39
Hathor, la
sustentadora de los muertos, daba de beber el agua de la vida a los difuntos,
alimentándolos con sus frutos, siendo ella el árbol de la vida. La tau es como
el árbol de ramas bifurcadas que brota sobre la esfera terrestre. En la
simbología cristiana, la cruz simboliza el cuerpo de Cristo y el círculo, el
cáliz, su sangre.
Leemos en la Vulgata:
<<Respondiéndole Jesús: Cualquiera que bebe de esta agua tendrá otra vez sed; pero quien bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás volverá a tener sed. Antes el agua que yo le daré, vendrá a ser dentro de él un manantial de agua que manará sin cesar hasta la vida eterna>> Juan 4:13-14
<<A lo que Jesús respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a
mí, no tendrá hambre y el que cree en mí, no tendrá sed jamás… Por tanto la
voluntad de mi Padre, que me ha enviado, es que todo aquel que ve, o conoce, al
Hijo, y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día…Yo
soy el pan vivo, que he descendido del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá
eternamente; y el pan que yo daré, es mi misma carne, la cual daré yo para la
vida o salvación del mundo… En verdad, en verdad os digo, que si no comiereis
la carne del Hijo del Hombre, y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en
vosotros. Quien come de mi carne y bebe mí sangre, tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el último día. Porque mi carne verdaderamente es comida, y mi
sangre es verdaderamente bebida. Quién come mi carne, y bebe mi sangre, en mí
mora, y yo en él. Así como el Padre que me ha enviado vive, y yo vivo por el
Padre; así quien me come, también él vivirá por mí, y de mi propia
vida.>> Juan 6:35-58
De la sangre de Jesús brotan las rosas rojas, igual que de la sangre del dragón brota un rosal, así el libro y la rosa de Sant Jordi, nos enlazan, nos muestran otro símbolo que sustituye a los anteriores pero que guarda significado análogo, el libro. El libro que vemos porta la Sacerdotisa de los arcanos del Tarot, o el libro del pantocrátor, que reza:
<<Ego sum lux et veritas et vita / Yo soy la luz la verdad y la vida.>>
La vinculación del cáliz del vino con el libro de la verdad, me traslada al Banquete de Platón, cuando el filósofo escribe por boca de Alcibíades:
<<Según el dicho, el vino, con niños o sin niños, es veraz.>>[11]
Esto se refiere al dicho <<in vino veritas>>, vino y verdad, que apunta sobre que <<el vino y los niños dicen la verdad>>. Así, en el trance del vino el subconsciente puede aflorar al hallar menos resistencias, y explicar verdades. La corriente de la doble verdad, sobre una realidad oculta, nos transporta a la idea de que hay una realidad dual, en tanto hay una verdad aparente y real y otra más ligada a la fe, la inspiración o el alma, no menos verdadera, pero difícil de hallar. Del latín venere surge venerar, palabra unida etimológicamente a Venus. Veneramos a Dios por espejamiento, porque todo empieza y termina en Venus, el misterio del nacimiento, la muerte y renacimiento. Si algo me ha enseñado el arte es que Venus la Diosa es la Incombatible, la que se resiste a permanecer oculta, burlándose, mostrándose por doquier.
Sobre el monte y su
asociación con Venus, tenemos el mons
pubis <<monte pubis>>, denominado en las mujeres mons veneris <<monte de Venus>>.
El lugar donde fue crucificado Jesucristo es nombrado como el Monte Calvario o
la colina del Gólgota. Tanto Gólgota como Calvario tienen, etimológicamente
hablando, su origen en la palabra calavera y se lo describe como un monte
árido, calvo, sin pelo, por ser virginal. Gólgotha,
derivación del griego Γολγοθς, tiene
su origen etimológico en la traducción al griego de un término arameo del Nuevo
Testamento, Gûlgaltâ, que se
traduce como <<Lugar de la
Calavera>>. En la Vulgata latina, Calvariæ
Locus, es un osario de donde deriva calvario,
y que se enlaza con las palabras calva
<<cráneo>>, calvitĭes <<calvicie>> y calvus <<calvo>>. Queda la
anécdota de que en un intento de masculinizar a la diosa Venus, esta fue
representada esculturalmente calva y con barba, tal como nos refiere Sabino
Perea en su libro “El sexo divino”. Calavera,
que se une por etimología a la palabra cántaro, es un cáliz, una copa, lo mismo
que el sueco skål <<tazón,
brindis>>,[12] que se pronuncia al brindar rememorando su pasado
vikingo, cuando las copas usadas para brindar eran calaveras, siendo skalle <<cráneo>>.
Isis Faria, asociada al faro de Alejandría de la isla Faros y, por tanto,
portadora de la luz, poseía por símbolos el ancla y el timón, siendo la patrona
de los marineros, la Reina del Mar. El mar por los marineros es visto como una
mujer que aporta la vida, pero también la muerte. Así, piensa, ¿qué ves en la
Jolly Roger la bandera pirata? Una calavera con una cruz de tibias o espadas
cruzadas. Otra vez, el espejo de Venus. El origen de su nombre es
controvertido, algunas apuestas son que Jolly Roger derivase del francés joli rourge <<rojo bonito, bastante
rojo o incluso amante del rojo>>, haciendo referencia a las banderas
rojas de los corsarios franceses o la sangre derramada; otros apuntan a que
deriva de Ali Raja <<Rey del
Mar>> que se corrompería en Old
Roger <<el viejo vagabundo errante>>, lo cual para mí es muy
evocador, puesto que era un modo de nombrar al Diablo. Jolly también podría
haber derivado de holen, holly, holy
<<acebo y sagrado, santo>>. Otra versión de su origen liga su
iconografía al símbolo que empleaban para señalar sus tumbas los Caballeros de
la Orden de Malta, la calavera y las dos tibias. La Orden de Malta fue fundada
en Jerusalén, siendo más conocidos como los Caballeros Hospitalarios, cuyo
emblema es un óvalo rojo cruzado por una cruz blanca enmarcado por un rosario
sobre un manto estrellado con una corona. Dicha orden y, aquí es cuando todo se
enroca cobrando sentido, obtuvo la licencia para construir un hospital de
peregrinos junto a la Iglesia del Santo Sepulcro, construida sobre el Monte Calvario,
el lugar de la calavera.
A Helena de Constantinopla, la madre de Constantino I, se debe el hallazgo
del monte Calvario, la cripta de Jesús y su cruz. Allí su hijo, el emperador
Constantino I mandó erigir la Iglesia del Santo Sepulcro con la capilla
dedicada a Santa Helena, su madre. El emplazamiento del paraje no es casual, la
Iglesia del Santo Sepulcro, se levantó sobre un templo de Afrodita. Helena de
Constantinopla, glorificada por su hijo como Santa Elena de la Cruz, es
representada sustentando la Vera Cruz, la cruz verdadera. En tanto, Helena
sería el receptáculo, la esfera, a veces representada con su hijo.
El mismo Constantino I (de cōnstans <<consistente, firme, sólido,
perseverante>>), el libertador de los cristianos, ha sido venerado como Santo
y considerado el decimotercer apóstol. Se deduce que él y su madre de algún
modo entrelazan su grandeza con Jesús y María. El padre de Constantino, que
compartió el mismo nombre que su hijo, fue sobre nombrado ‘Cloro’ en referencia
al color verde por la palidez de su rostro. Verde como verde es el rostro de
Osiris. Constantino I fue el único hijo de Helena y primogénito de su padre y,
por tanto, el elegido para reinar.
Constantino se alza vencedor en la batalla de Saxa Rubra, antes de la cual, se
relata que tuvo un auspicio; vio en el sol el signo de la cruz con un cartel
que aseveraba <<Con este signo
vencerás>>. Con todo, Constantino I no se convirtió al cristianismo
hasta ser bautizado en su lecho de muerte, convirtiéndose así en el primer
emperador de los cristianos. Uno de los aspectos extraños que me llama la
atención es que a la muerte de Helena, Constantino I, ordenara descuartizar su
cadáver, embalsamar en sal sus fragmentos y mandarlos a las distintas iglesias
como reliquias. No obstante, no abordaré el tema por ahora, para no desviarme
de los símbolos de Venus que es lo que trata este capítulo, prosigamos pues con
ellos.
La Caravaca es la cruz o forma asociada a la Vera Cruz
con la que aparece Helena más representada. Cara-vaca como el rostro
antropomórfico de Hathor, la de cara de vaca, diosa del hogar cuyo nombre es
casa, la casa de dios, la casa del dios Horus. Así se entiende el uso mágico de
colocar una cruz de Caravaca de cobre, metal de Venus, en la puerta de entrada
de una casa al ser considerada un símbolo de protección.
Como Venus, Afrodita, Isis, Hathor, Astarte, Ishtar, son diosas de la
fecundidad, así pues, el anj, la cruz ansada (☥) o espejo de Venus (♀), bien podría ser la
representación de un niño con el cuerpo envuelto por una tela y los brazos
abiertos igual que en el caso del carácter chino para hijo 子, zĭ. Simbolizando
la fractalidad, la naturaleza replicándose a sí misma. Vemos, por tanto, en
algunas representaciones, al Niño Jesús o al Jesucristo adulto, clavado en la
cruz o sin la cruz, ser el propio signo de Venus, parado de pie, con los brazos
abiertos y el disco dorado tras su cabeza. Otros sustitutos del círculo son la campana
y el altar del sacrificio, ambos símbolos hechos con materiales asociados a
Venus, el cobre y el mármol blanco; la campana con su forma de receptáculo
invertido porta sobre de sí la cruz y, a veces, como en el caso de las conchas
de los peregrinos y las hostias, la cruz está grabada o pintada encima.
El
altar del sacrificio o mesa para el banquete celestial, es considerada el
corazón del templo, su centro. Como viste, el centro se asocia a la
genitalidad. Y detrás del altar suele ubicarse una gran cruz.
El
nombre Catedral proviene del término trono o asiento. El trono enlaza, por
tanto, la catedral con el templo de dios o más bien de la diosa, siendo Isis la
diosa del sustento, que todo lo sustenta, cuyo nombre significa trono y se
representa en jeroglífico con un trono.
En tanto, el sagrario que guarda el copón o copa con las hostias, el cuerpo o
carne de Cristo, es una caja de madera que representa el hogar o casa de Jesús,
siendo de igual forma considerado el corazón de la iglesia, asemejándose en
concepto al nombre de Hathor <<la
casa de Horus>>. Enlazando su función con el uso de los vasos
canopos, los cuatro vasos que guardaba las vísceras de los muertos consagrados
a Horus, el hijo de Isis. Extraer o meter el cuerpo en un cofre, urna, arca de
madera, barca, árbol o ser clavado a él, así como salir de él, marca la muerte
y el renacer, como en el caso de Adonis, Osiris, Jesús, Dionisio. Es un
simbolismo que se repite, como veremos más adelante, tanto en la mitología como
en el folclore, herencia del sustrato mitológico pre-indoeuropeo.
[1] Torres Amat F. La Sagrada Biblia. Traducción de la Vulgata Latina al
Español. Edicomunicación, S.A. (En
adelante las citas bíblicas son de la misma fuente.
[2] Freud S. Tótem y
tabú. Buenos Aires: Amorrurtu; 2008. ISBN: 950-518-589-8
[3] Diccionario Manual Griego. Griego clásico-español. España: VOX; 2005. ISBN: 84-8332-149-1 (Igual para las
demás).
[4] Graves R. Los Mitos
Griegos I. Madrid: Alianza Editorial, S. A.; 2001. ISBN: 84-206-7262-9
[5] Graves R. La Diosa Blanca. España.
Alianza Editorial; 1986. ISBN 84-206-1948-5
[6] Pujol Ò. Diccionari Sàncrit-Català. Romanyà/Valls: Enciclopèdia Catalana
SA; 2005. ISBN 84-412-1405-0
[7] Grimal P.
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[8] Varrón M.T. De
lingua latina. España: Anthropos; 1990. ISBN:
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España: Biblioteca fundamental Año Cero; 1995.
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Duguin A. Rusia el misterio de Eurasia. España: Grupo Libro 88, S.A.; 1992.
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[11] Platón. El Banquete. España: El libro de bolsillo / Alianza Editorial;
1993. ISBN: 84-206-0380-5
[12] Spansk svensk /sueco español. Sweden: Berlitz; 1998. ISBN
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